Templo Cristiano Casa del Alfarero
Más que una Iglesia, somos una familia, una familia que busca alabar y agradar a Dios de distintas formas.
Estamos ubicados en Javiera Carrera #12, en el centro de nuestra comuna: Chimbarongo, Región del Libertador, Chile.
Nuestro Pastor es Eduardo Gálvez Navarro, quién también forma parte del Directorio de la Primera Iglesia Metodista Pentecostal, Iglesia nacional a la que pertenecemos.
https://youtu.be/2LBjufQe5ho
Un poco de nuestra historia…
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El comienzo de nuestra Iglesia se remonta al 12 de septiembre de 1965.
Braulio Enrique Gálvez Vargas es quien inicia la obra en este lugar.
Su primer avance en el Pastorado es al ser nombrado como Pastor Interino y Responsable de Bienes Materiales de una Iglesia emplazada en nuestra comuna en la Calle Blanco Encalada; sin embargo, luego de algunos cambios administrativos es llevado a iniciar una obra distinta y desde cero en el espacio que hoy conocemos como Templo Casa del Alfarero, en nuestra calle, Javiera Carrera.
Su trabajo como Pastor de nuestra Iglesia no es muy extenso, ya que luego de 5 años es llamado a la Presencia del Señor.
Luego de su lamentable partida, el día 23 de mayo del año 1971 nuestro actual Pastor, Eduardo Enrique Gálvez Navarro es nombrado Encargado de Obra para continuar administrando el trabajo que su padre había comenzado.
Sin embargo, ese nombramiento como Encargado de Obra dura muy poco. Al ver la necesidad de la Iglesia por contar con un Pastor, es nombrado Pastor Probando al poco tiempo, contando incluso con la autorización necesaria para realizar casamientos, bautizos y otros sacramentos.
El inicio de nuestra Iglesia se evidencia en las fotografías, un pequeño Templo, grande en presencia de Dios!
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Habiendo pasado solo un año desde que nuestro Pastor iniciara su trabajo en la Iglesia como Encargado de Obra y posteriormente Pastor Probando; en la Conferencia Nacional de Pastores del año 1972, realizada en la Catedral Evangélica de Chillán, es nombrado y Ungido oficialmente como Pastor de la Iglesia de Chimbarongo.
Con este ungimiento su trabajo es confirmado en nuestra Iglesia, reconociendo también el trabajo que anteriormente realizara su Padre, Braulio Enrique.
Ya con los años, y teniendo un testimonio de muy buen trabajo realizado en la Iglesia, en febrero de 1987 es ungido como Pastor Presbítero de la Iglesia Metodista Pentecostal de Chile, en Chimbarongo.
Como dijimos anteriormente, nuestra Iglesia, es mucho más que una congregación, es una familia.
A lo largo de toda nuestra historia hemos vivido muchos cambios, y todos ellos los hemos tomado y afrontado como hermanos y amigos.
Entre viajes de relajo y esparcimiento, otros de trabajo y búsqueda espiritual, nuestra congregación ha desarrollado un cariño y unión especial entre todos los que formamos parte de Casa del Alfarero; sin embargo, un duro y nuevo cambio está próximo a suceder… Es necesario crecer, hace falta renovar y agrandar la estructura física de nuestra Iglesia. Por supuesto, un trabajo que, nuevamente como familia, se lleva a efecto.
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La antigua Iglesia, pequeña casa de oración de madera y escaso espacio interior ya cumplía 18 años, era necesario un cambio… Así, el 18 de septiembre de 1983 comienza un desafío que para muchos parecía imposible de lograr! Pero ¿no servimos acaso a un Dios de imposibles? Nuestra Iglesia es testigo de ello!
Con el incansable trabajo de muchos hermanos de nuestra Iglesia, y algunos que ayudan como parte de una comisión de hermanos de Santiago y otros lugares, se da inicio al proyecto más grande -hasta ahora- que nuestra Iglesia ha enfrentado.
Ladrillo a ladrillo, pala a pala, peso sobre peso comenzó esta obra de construcción… Sería imposible nombrar a cada uno de los hermanos que hicieron posible esta hazaña, y lamentablemente no tenemos documentación que nos permita encontrar a todos los que apoyaron; sí sabemos que muchas veces trabajaron noches enteras! Dejando todo de lado para servir a Dios!
¡¡Dios les bendiga grandemente!!
¡¡Gracias Señor!!
Así dice el altar de nuestro Templo, y es la expresión que más se repite en el corazón de cada uno de los hermanos que trabajó en esta construcción… ¡Cuánto gozo en sus corazones! ¡Cuánta alegría inunda su alabanza y adoración!
Sin embargo, no todo es alegría. En lo profundo del corazón, aún hay algo de pena, algo de nostalgia al haber visto partir aquella primera casita de madera, humilde casita que vio nacer y crecer a muchos…
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Y así la familia Casa del Alfarero sigue creciendo, gracias al respaldo y dirección de Dios, pero por supuesto también gracias al inquebrantable trabajo y entrega de nuestros hermanos, nuestros amigos, integrantes de nuestra familia, una familia que Dios ha bendecido y sigue bendiciendo!
No fue el primer gran desafío, y estamos seguros de que tampoco será el último… Aún más seguros estamos de que, pase lo que pase, el respaldo y la mano poderosa de Dios estará con nosotros y a nuestro favor en cada paso que demos en pro de cumplir con su voluntad.
¡Te invitamos a ser parte de esta gran y hermosa familia!
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